lunes, 25 de febrero de 2008

Gracias

15-Noviembre-2006 - 25-Febrero-2008


1 año
3 meses
10 días


Y sólo tengo una palabra: GRACIAS


Por haberme enseñado a ser feliz.
Por haberme hecho una persona nueva (y mejor)
Por haberlo intentado tantas veces.
Por hacerme volver a creer en el amor.
Por darle un sentido a todo.
Por reír a mi lado.
Por dejarme llorar en ti.
Por todos los besos.
Por todos los abrazos.
Por todas las caricias.
Por Atocha. Por Moncloa. Por Plaza de España.
Por convertir Ciudad Universitaria en un paraíso.
Por todo

Gracias



Se acaba un ciclo de mi vida. El gran naufragio. El más doloroso de todos.


Pero prefiero pensar que empieza otro. Donde nos vamos a querer igual pero distinto, y donde nos vamos a hacer mucho menos daño.


Te debo casi todo lo que soy.


Me da igual no poder parar de llorar.


Te quiero

domingo, 24 de febrero de 2008

Dudas

Demasiado tiempo

Sin oír un tequiero o un teechodemenos.
Sin ver ese brillo en tus ojos.
Sin recibir una sonrisa sincera.
Sin un beso con los ojos cerrados.
Sin sentirme querido
Sin ser dos

Demasiado tiempo viéndolo todo gris.
Demasiado.
Demasiado tiempo sin ti.
.




Y realmente sin tener ni puta idea de porqué estoy escribiendo esto ahora mismo.



Mañana todo puede cambiar.
O no.

viernes, 22 de febrero de 2008

Sentimientos

Esta ha sido una semana muy rara.
Podría describirla en base a palabras como hice con el final de la anterior, pero sería un ejercicio de memoria demasiado grande para lo que puedo afrontar ahora mismo. Mi vida a lo largo de los últimos días ha sido un trasiego de emociones, que han ido sucediéndose una tras otra sin ningún orden lógico ni ilógico.
Sencillamente pasaban.

Alegría, tristeza, miedo, hastío, soledad, compañía, cansancio

Tan rápido llegaban como se iban. No te daba tiempo a aferrarte a ellas si eran buenas, pero a las malas tampoco les da tiempo a destruirte por dentro.

Sin ir más lejos, no es el mismo estado de ánimo el que tengo en este momento que el que tenía hace cinco minutos cuando he empezado a escribir.

Una semana donde Madriz se ha hecho demasiado grande a veces

Y mañana vuelves y no se muy bien lo que va a pasar.


No se puede hacer otra cosa más que esperar

martes, 19 de febrero de 2008

Beber para recordar










Beber para recordar que soy incapaz de olvidar,

Poder por fin asimilar que no hay nada que perdonar.

.

Hablar de más, pretender que no hay nada que temer,

Que hay mucho que ganar, pero aún más que perder.

.

Entender que hay que seguir, sentir que aún puedo reír,

Querer dejar de vivir, y fingir que no lo puedo conseguir.

.

Morir un poco de dolor para poder revivir en tu calor,

Desoír todo el rencor, saber que todo esto sabe a amor











(Escrita pocas horas después de la de la entrada anterior)

domingo, 17 de febrero de 2008

Esconderse

¿Que más da ser tortuga o caracol?
Lo importante es tener un caparazón
para esconderse de todo,
encontrar un modo o incluso una religión
escuchar una canción,
dejar que su eco llene el hueco que falta en el corazón
.
¿Qué importa ser poeta o ser basura?
Lo importante de la enfermedad es solo que tenga cura,
bajar a la realidad puede hacerse muy pesado,
pero aún es más cobarde el mirar hacia otro lado
Quedarse clavado, anclado en pasado,
haber perdido el trazo, mirarse difuminado
.
no esperar ningún abrazo, ni tan siquiera merecerlo,
si un día no eres persona, es mejor no intentar serlo
Tan solo reconocerlo, dejar que pasen las horas,
y luego obligar a la almohada a preguntarte por qué lloras
.
Sentir que te evaporas, cerrar poco a poco los ojos,
darle calor a tu cuerpo quemando tus propios rastrojos,
pensarlo todo en metáforas, llenarse el cerebro de nada,
sentirte el último no de una margarita deshojada,
despojada de lo suyo y con la ilusión bajo cero,
poder camuflar un llanto con el poder de un aguacero

sábado, 16 de febrero de 2008

48 horas

Madrugón. Horas. Café. Dos azucarillos. As. Ronaldo. Biblioteca. Monjes copistas. Ninguna nota. Olores. Coincidencias. Pantalones de 4 bolsillos. Doble Cheeseburger x Crispy Chicken. 1 euro en bus. Minutos. Escaleras. Piti. Clase. Segundos. 3 folios. 1 pregunta. 45 minutos. Fin. Relax. Espera. Tercios. Bancos. Grupos. Otro euro en bus. Lágrimas. Moncloa. Alemania. Casa rural. Ogame. Juan. Sofá. Atleti. Donoso. Javi. Chino. Comunidad. Edu. Entrenamiento. Cama. Tranquilidad. Porros para desayunar. Burritos de mamá 2. Masaje. Kyle Xy. Colacao. Juanma. Lakers. Ron con naranja. Novias ajenas. Bajas de última hora. Okupas. Pateo. SMS. No-Mojitos. Elena. No-Siroco. Quétepasa. Ríos. Pivotes. Lara. Cuarentones. Pipas. Pareja de Colmenar. Porquétevas. Besos. Susto. Pc. Actualización.

Miss & Missing (perdido y echando de menos)



"Estaban todos, todos menos tú" (Joaquín Sabina)

viernes, 8 de febrero de 2008

Caricias para compartir un llanto






Sus pasos eran lentos y parecía desubicado.


Llevaba un buen rato caminando de forma totalmente automática, limitándose a poner un pie delante del otro, sin saber muy bien donde iba.


De repente, y de forma inconsciente, se salió del camino. El asfalto dejó paso a una hierba erosionada por infinitas pisadas y repleta de calvas de tierra donde toda la vegetación se había perdido. Era una hierba que en otros tiempos había sido verde, de un verde de esos que huelen bien. Ahora, el olor de ese verde le parecía muy fuerte, casi marrón.


Se sentía como una ánima condenada a vagar por un purgatorio al cual no sabía muy bien como había llegado. Su cerebro estaba en standby (como aquella canción que algún día le hizo llorar y sentir tanto), pero sus sentimientos estaban incandescentes, ardían desde dentro de su cuerpo. El calor repentino le asusto, pero no se trataba de un proceso de combustión interna. Eso habría sido más fácil y rápido, pero eran los sentimientos que le punzaban desde dentro.

No sabía muy bien porqué pero todos sus sentidos estaban alerta, tal vez para compensar la falta de actividad de su cabeza.


Llego a una zona donde el verde no olía tanto a marrón. No era el de otro tiempo pero parecía un rincón habitable, suficiente para un pequeño reposo en su eterno viaje. Total, siempre había sido alguien sencillo y con escasas ambiciones imperialistas. La teoría hitleriana del espacio vital no iba con él, y la mansión de sus sueños no era más que un minipiso a compartir.

Pero lo de compartir sonaba muy lejos. Más o menos a la altura de aquel verde.


Tras una breve (y más rutinaria que intencionada) exploración del terreno, se sentó. Necesitaba descansar, pero no de forma física, su cuerpo estaba perfectamente. Necesitaba darle una tregua a sus sentidos. Cerrar los ojos, bloquear sus fosas nasales, tapar sus oídos. Pero no lo conseguía.


Cada vez lo intentaba con más fuerza, tanta que llegaba a hacerse daño. Sentía como si sobre cada sentido se estuviese desintegrando su alma poco a poco. Veía irse a sus sentidos, separarse de su mente.


Llevaba demasiado tiempo sin pensar. Tanto que no se había planteado que podía ser peor. O tal vez llavaba demasiado tiempo seguido pensando. Ya ni siquiera lo sabía.


El caso es que sentía como la cabeza le estallaba. Y de pronto, todos los pensamientos que llevaban gobernando su cabeza de forma inconsciente, se acumularon dentro de él, y se expandieron hasta recorrerle todo el cuerpo.


Y explotaron. Como no podía ser de otra manera. Y él exploto a la vez. Todos los pensamientos se convirtieron en agua, y ésta empezó a salir por sus ojos. No lo podía controlar. Empezó a llorar, pero no era por pena. Era, como su propio nombre indica, un desahogo. Tanto que hasta tuvo miedo de secarse por dentro. De quedarse vacío. Más vacío aún.


Cuando acabó de llorar se secó los ojos. Pero volvió a explotar. Cuatro o cinco veces más. Despidió de si todo lo que llevaba ahorrando durante todo su viaje.


Pero no se secó. O al menos no del todo.


Apareció ella, aunque por un momento tuvo la sensación de que llevaba todo el tiempo allí. Él recosto la cabeza entre sus piernas mirando al cielo, que volvía a oler al azul de antes. Del olor marrón ya no quedaba nada. Ella empezó a llenarle, a ocupar el hueco de todo ese agua que había desprendido al explotar. Lo hizo de una forma más fácil, rápida y eficaz incluso que la combustión interna. Le bastó con extender su mano izquierda y sumergirla entre su pelo.

Repitió el proceso unas cuantas veces, como si quisiera invertir el proceso anterior de vaciado. Era tan sencillo que le resultó imposible imaginar que funcionaría. Ganar al llanto con caricias. Utópico a priori. Pero no había contado con el poder de sus caricias. Tan sencillo y poderoso que escapaba a su imaginación.


Eran unas caricias que sólo se podían sentir.


Había recordado el poder de algo tan sencillo como compartir. Su antiguo poder. El de los dos.