miércoles, 28 de noviembre de 2007

AUTORRETRATO


AUTORRETRATO
Realmente me importa poco el lugar de donde soy,
prefiero vivir pensando en que soy a día de hoy,
donde voy o si estoy loco, ¿preferiría estar cuerdo?
¿sabeis de que estoy hablando? tened cuidado que muerdo
.
De mi AKA no me acuerdo, no se si algún día tuve,
me entretuve en otras cosas, siempre viví en una nube,
no me quedo en un recuerdo, soy sólo un cerdo que sube,
prefiero olvidar esas fosas en las que algún día estuve
.
algo más de Doble uve, un terciopelo con hielo,
pero no es para novatos, como mi whisky con cielo,
nunca jamás me contuve, siempre he dicho lo que pienso,
y hoy mis cuatro garabatos os colocan como incienso
.
Vamos a algo más intenso, algo plasmable en canciones,
sin estar embarazado ya sufro de contracciones,
siempre he sido algo propenso a los más variados vicios,
también algo descuidado, me he asomado a precipicios
.
Nunca he sido de oficios, me van algo más los ocios,
los negocios no me llaman, no me fio de los socios,
son tan solo desperdicios, proyectos de futura basura,
drogas duras me reclaman, me persigue la censura
.
pero contra la incultura no hay que escurrir el bulto,
ser adulto es enseñar al que no sabe, al inculto,
la clave a estas alturas dar sutura en varios puntos,
intentar ayudar a amar, y sobre todo hacerlo juntos
.
eso es ya otro asunto que ahora no viene al caso,
estabamos con la historia de un triunfo y un fracaso,
finalmente os pregunto: ¿por qué siempre buscais la victoria?
yo jamás busqué la gloria y se que nunca pasaré a la memoria

lunes, 26 de noviembre de 2007

Siempre una vez más

"Y veréis el resurgir poderoso del guerrero,

sin miedo a leyes ni a nostalgias,

y lo veréis caer mil veces más,

y levantarse de nuevo,

con la única bandera de su raza"



Palabras de un poeta vivo, Manolillo Chinato; que luego tomaría prestadas su amigo Robe Iniesta (Extremoduro) cambiando la raza por los huevos, que viene a ser casi lo mismo.


Palabras muy ciertas. Da igual el número de veces que te caigas al suelo, lo importante es volver SIEMPRE a levantarse. Lo dicen hasta en Dragon Ball, "Siempre arriba".


Cuando te caes sólo piensas en la hostia que te acabas de dar. Pero luego, en frío, piensas que has conseguido levantarte, y te ves capaz de todo. Te vez capaz de soportar mil caídas más, e incluso de ayudar a levantarse a los demás cuando se caen.


Hay una frase muy típica de dedicatoria en agendas, carpetas y mochilas que dice: "Un buen amigo no es el que te ayuda a levantarte, sino el que te impide caer"

Tan cierto cómo difícil.

No podemos evitar las caídas, pero si podemos hacerlas menos dolorosas.


Un amigo es el que te levanta cuando caes y el que cura las heridas, porque (aunque nos gustaría) no podemos estar siempre evitando caídas.


Yo a lo largo de mi vida me he caído muchas veces. Me he pegado hostias de proporciones bíblicas. Pero con huevos, y con amigos, hoy por hoy puedo decir que sigo de pie.

Y no espero no volver a caerme. Sencillamente se que siempre voy a poder levantarme. Porque piedras hay muchas y no podemos esquivarlas todas. Pero la cuestión es seguir andando.

Y levantarse

Siempre una vez más


Tantas veces cómo sea necesario.




Gracias a todos los que habéis conseguido levantarme alguna vez en mi vida. A todos los que me habéis tendido una mano. Seguís en mi camino.


jueves, 22 de noviembre de 2007

La objetividad

Más de dos años estudiando "Periodismo" (comillas, comillas) y jamás he oído a ningún profesor definir o acotar un término que hoy en día en muy importante en éste mundo.

Mucha teoría abstracta de la comunicación de Shannon y Weaver, muchas Guerras Mundiales... pero aún no he dado con ninguna asignatura que trate el término "objetividad". Considero que la objetividad periodística es algo que debería tener al menos, un tema para él solito (por no decir incluso una asignatura, aunque fuera optativa).

Con lo cual me he decidido yo a sacar el tema. Pero quiero que, entre todos los periodistas (y no periodistas) que leéis este blog, me ayudéis (o me corrijáis si es necesario) a acotar el concepto y exponer vuestras ideas, ya que supongo que es algo que os habréis planteado alguna vez.

Empezemos primero por definir el término, sin diccionarios ni nada. Cada uno con su propia definición. Para mi sería algo así como "la facultad de algo o de alguien de hallarse completamente desprendido de todas sus cargas, sean ideológicas, culturales, sociales..."
O algo así.

Bueno, basándonos en esta definición, pensemos en lo factible o utópico que puede llegar a ser.
Personalmente considero que la objetividad perfecta es algo prácticamente utópico. Cualquier tema, por insignificante o carente de importancia que nos parezca, nos genera una opinión, más o menos negativa o positiva.

Por ejemplo, mañana por la mañana leeremos en el periódico esta noticia en El País: El Ayuntamiento de Murcia recurre para poder tirar abajo la casa de los dos huertanos octogenarios porque esas viviendas están "condenadas a desaparecer".
A priori es algo que no afecta a nuestras vidas, pero si leemos la noticia con cierta profundidad, despertará (aunque sea tan leve que ni lo notemos) algún impulso en nosotros, no podríamos evitar sentir cierta pena por los paisanos o incluso cierta repulsión por el Ayuntamiento.

Y estos son los impulsos por los que luchan los periódicos, y en general todos los medios de comunicación, para llegar a las audiencias.

Mediante la manipulación de la subjetividad de una noticia se puede llegar a influenciar notablemente en la subjetividad particular de las personas. Y lamentablemente se ha convertido en una prioridad en el mundo del periodismo, muy por encima de lo que fue el germen de la profesión, informar.

Por otra parte, nos creemos capaces de ver el punto objetivo de todo, creemos que podemos tener una visión subjetiva y otra objetiva de las cosas. Pero esa objetividad a la que aspiramos no puede ser completamente cierta. Eso es utópico. Siempre nos quedaremos a medio camino entre el objetivo y el punto de partida. Más lejos o más cerca, pero nunca llegaremos a la meta de la objetividad.

Por ejemplo, yo objetivamente pienso que mi novia es muy guapa. Pero subjetivamente es la más guapa del mundo y con diferencia.
Se qué no es una visión realista, pero me da igual.

Muchas veces preferimos nuestra subjetividad porque la aceptamos como parte de nosotros, mientras que vemos a la objetividad cómo algo viciado por las convenciones sociales. Y por eso no lo podemos llegar a tomar cómo verdaderamente cierto.

En resumen, preferimos nuestra subjetividad a la objetividad de los demás.

FIN


Joder que largo me ha quedado. Pues nada, decidme que pensáis.

Y no es una actualizacion optimista pero algo es algo.
Además, hoy estoy feliz xDD

martes, 20 de noviembre de 2007

Vidas


Hoy he ido al hospital Ramón y Cajal, para visitar a una amiga a la que operaban hoy. Todo ha ido perfecto. Una operación corta y cómo nueva.


Pero una visita al hospital da tiempo para pensar. Y mucho. Y cuando yo pienso malo.

Sobre todo si tenemos en cuenta que últimamente me estoy convirtiendo en algo casi inerte, los efectos de un hospital se potencian bastante.


Y en ese tiempo que te sobra, te asomas a una ventana (ver foto), y ves un edificio gris, triste, ayudado por un día más gris y más triste aún. Algo perfecto para una persona (u oveja) triste y gris

Ver toda esa gente en camillas, saber que hay decenas de vidas en juego en el mismo edificio en el qué estás...

Piensas en toda esa gente que está luchando por su vida, y llegas a plantearte cómo te enfrentarías a algo así. Piensas que en esos momentos se puede estar escapando una vida que merece más la pena que la tuya propia. Llegas a plantearte incluso que cualquiera de esas vidas puede tener más valor que la tuya.


También piensas en la gente que está en la sala de espera, donde la tensión se hace palpable, te ahoga. Te preguntas que pasaría si fueras tu el que está dentro del quirófano. Si alguien te esperaría fuera. Hasta llegas a preguntarte si alguien sentiría tu muerte. O si tus visitas irían sólo por compromiso.


Piensas hasta en Ramón y Cajal. En un hombre que hizo cosas de tal magnitud cómo para qué un hospital lleve su nombre. Qué fue una persona que salvo a miles de vidas. Te das cuenta de que es una vida que si que valía la pena.


Y entonces te preguntas qué haces tú. Yo no aspiro a poner mi nombre a un hospital. Me conformo con hacer un poquito más feliz a la gente que me rodea. Algo que cada vez consigo menos. No consigo hacer que la vida de nadie sea mejor. Aunque eso también es algo que me pasa de siempre (la oveja gris aún tiene mucha piel que aclararse).


Y ya puestos a pensar, piensas en tu novia. Y te planteas que, a la larga, de ti sólo se ha llevado decepciones. Sabes que no puedes vivir sin ella, pero también sabes (o crees) que para ella sería mejor vivir sin ti. Te das cuenta de qué has dejado de conseguir que su vida sea mejor. Sientes que se va agotando el gas que mantenía viva la llama que habías conseguido dejar en ella. Qué se ha agotado tu mechero. Qué no eres ni de lejos lo que ella necesita. Qué no la haces feliz. Y es injusto, porque ella a ti si qué te hace feliz. Te das cuenta qué has pasado de ser la oveja a ser el lobo. Y qué es posible que siempre hayas sido el lobo.


Y bueno, llega un momento en qué decides que lo mejor es despejarse y dejar de pensar.


Y viene un amigo y te da un abrazo, uno de los de verdad. Y aunque sea por unos segundos, se aclara el día.

sábado, 17 de noviembre de 2007

La tostada y la toalla


Rocío despertó.
Como cada día de los últimos dos meses, giró su cabeza hacia la izquierda, y comprobó que una vez más había fracasado en su intento. Llevaba ya mucho tiempo prometiéndose que ocuparía toda la cama de matrimonio, que despertaría en el centro sin dejar hueco para la ausencia de Javier en ninguno de los dos lados.
Pero como siempre sus sueños, ya fueran amenos o perturbadores, la llevaban flotando hasta el lado derecho de la cama, al que siempre había sido su lado.
Rocío no se lo podía explicar. No sabía muy bien qué pensar. Sentía que su subconsciente la traicionaba, la hacía mirar cada mañana a su izquierda con la esperanza de ver a Javier.

Se levantó y se fue directamente al baño, como todos los días.
Abrió las puertas de la ducha y entró. También le recordaba demasiado a Javier. No era sólo una ducha, era nuevamente el recuerdo de los momentos allí vividos. La habían comprado hace unos años porque la anterior no albergaba a dos cuerpos a la vez. Y se habían prometido ducharse todos los días juntos, para marchar cada uno a su trabajo con la misma sonrisa.
Pero ahora era todo más frío. Incluso las gotas de agua que recorrían su espalda parecían haberse vuelto agujas heladas.
Salió tras cinco minutos y se enrollo tras la toalla.
Iba hacia la cocina cuando sono el telefonillo.
Lo ignoro cómo hacia últimamente. No quería saber nada de carteros ni nada.
Pero volvió a sonar. Cada vez con timbrazos más prolongados y seguidos. Sonó casi medio minutos. Finalmente se decidió a contestar
- Si?
Nadie contestó. Se volvió a la cocina donde la esperaba una tostada a medio untar y un bote de mermelada de fresa al lado. Acabo de untarla y se la empezó a comer mientras paseaba por la cocina.
Llamaron a la puerta.
Rocío se sobresaltó, pero se ciñó la toalla al cuerpo y se dirigio a la puerta, mientras mordía la tostada. Abrió...
Y acto seguido la toalla se la empezó a resbalar por el cuerpo hasta quedar en el suelo, dejándola completamente desnuda. Susurró:
- Javier?
Él la contempló y esbozó una sonrisa.
Se abrazaron.
Y por primera vez en dos meses, la tostada cayó con la mermelada hacia arriba

viernes, 16 de noviembre de 2007

Las soledades

Hoy lo lógico sería el segundo desahogo, pero no me da la gana, así que sólo le dedicaré unas líneas.

Porque hoy he vuelto a ser el mismo gilipollas de ayer.
Pero afortunadamente, (casi) no lo has visto.

Y ya.



Y resulta que hoy es viernes por la tarde. Se supone que yo debería estar pensando en lo que voy a hacer esta noche, pero no me apetece.
No me apetece hacer nada, no hay nada que me motive a desapalancarme del (incómodo) sofá desde el que ahora mismo escribo. Hay momentos como este donde sólo lo cambiaría por la cama, pero no tiene tele, así que nada.

Últimamente tengo demasiadas pesadillas despierto. Estoy mucho más sensible de lo normal (y ya es decir) y tal vez eso me haga comportarme como un gilipollas. O igual es que simplemente lo soy. Ya no lo se. Cada vez me conozco menos.

Lo cierto es que es muy triste comprobar cómo sólo le importas a una persona. Y que además, el destino se pone en tu contra para no dejarte casi tiempo para sentirte especial a su lado. El temor de una madre por unas manifestaciones, o la proximidad de un examen, o sino lo que sea, porque el destino no entiende de medios, sólo de fines.

Y en esos días es cuando más solo te sientes. La perspectiva de pasar más de 60 horas en soledad (ya sea completa o camuflada) ahora mismo se me antoja imposible.

Y es que la estimable compañía de media litrona caliente, un paquete de Winston con diseño nuevo, y una televisión enfrente, además del propio portátil, a veces no es suficiente.

Espero que este finde traiga una soledad que al menos esté camuflada

jueves, 15 de noviembre de 2007

El fracaso

El fracaso.

La palabra que más me ha acompañado en mi vida. Ya es casi como mi apellido, hasta tal punto de que nunca consigo ser feliz completamente aunque todo me vaya bien. Le busco el lado oscuro hasta a las cosas que no lo tienen.

Y hoy me ha vuelto a pasar.

Después de un inicio de semana bastante mejorable, yendo de lunes a miércoles del trabajo a la facultad, hoy tocaba disfrutar.
El madrugón de siempre, el mismo curro, pero con la mente puesta en la tarde, en lo que prometía ser una tarde maravillosa.

Efectivamente lo ha sido.

Desde que he llegado al intercambiador de Moncloa hasta aproximadamente las siete de la tarde. No cambiaría nada. TODO perfecto.

Pero de repente, tenías que irte. Y realmente no se muy bien porqué, pero me he venido abajo.
He estado buscando una explicación, aunque en el fondo sabía lo que era, pero no podía ni siquiera explicármelo a mi mismo.

De repente me he encontrado llorando. Supongo que ha sido porque, tras llevar mucho tiempo esperando la tarde de hoy, se ha pasado volando. Y tras unas horas increibles, me he visto ante la perspectiva de volver a la puta rutina, a verme solo en una cama que se congela por momentos sin tu presencia, encerrado entre unas paredes que se cierran en torno a mi, y una horrible sensación de claustrofobia se adueña de mi.

La primera reacción ha sido esconderme tras la almohada, ocultarme, ser cobarde, el mismo cobarde de hace 367 días.
Pero he sido capaz de tirar de inteligencia, y me he dado cuenta de que necesitaba abrazarte, llorar en tu hombro, el único que me entiende más que tu almohada.

Y ya cuando te has ido, he tratado de calmarme, y en cierta medida lo he conseguido. De hecho, ha sido en ese momento cuando he decidido abrir este blog, dejando el fotolog para lo accesorio para condensar lo importante aquí.

Y por hoy no hay más.


Bueno, primer desahogo completado